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ENSAYO ÉTICA E INVESTIGACIÓN

Bien común versus felicidad individual

Conducir los actos humanos por el camino adecuado es la tarea que la humanidad debe replantearse para no terminar por destruirse a sí misma. La primer interrogante es ¿cuáles son los actos éticos? se dice cotidianamente, que cada individuo puede tomar sus propias decisiones mientras no dañe a otros. ¿Hasta qué punto podemos analizar si nuestras acciones realmente no perjudican a nadie? ¿importa la intención?
La voluntad es un concepto importante dentro del campo de la ética, según esta rama de la filosofía cuando los actos se realizan de manera libre pueden ser juzgados por la ética.
Por el contrario, cuando existen presiones de algún tipo no se puede considerar que dichos actos sean regidos por la conciencia, quién nos dicta qué es lo bueno y qué es lo malo. En este sentido, se entra en una primera contradicción, pues definir de manera certera lo bueno y lo malo (puesto que se trata de conceptos abstractos) no siempre lleva a realizar acciones iguales.
Buscar la felicidad sería otro camino, camino también pedregoso, pues el concepto de felicidad se va modificando con el desarrollo cultural de las sociedades y varía de individuo a individuo.
En la investigación
En el campo de la investigación al que hoy se pretende acceder, las disyuntivas a las que nos podemos enfrentar algunas veces son inciertas, para ello, contamos con algunos criterios que pueden regular nuestras acciones. El investigador logra utilizar diferentes metodologías, pero los valores que guían sus acciones deben ser universales.
Por ejemplo, los resultados que se obtengan en las investigaciones no deben hacerse públicos si no es estrictamente necesario, y hará sin señalar nombres.
La investigación debe verse orientada siempre a la aportación de conocimiento nuevo que contribuya a mejorar directa o indirectamente la realidad. El investigar, siempre debe incluir un cambio en alguna situación, problema o fenómeno; el conocimiento que se construye en este proceso estará encaminado a la modificación del entorno.


En la vida real
Como ideal, la vida social en armonía basada en la ética y la democracia es un gran reto, reto que en México aún estamos muy lejos de construir. Según Morín (1999), la democracia es la panacea que cura los males morales de los que adolece la sociedad actual, como discurso, es muy coherente, sin embargo, como práctica parece difícil de llevarse a cabo.
Desde el punto de vista de Morín (1999), la democracia permite la autonomía de los individuos, la libertad de expresión y su civismo; aunque la idea es interesante, los hechos muestran que la democracia sólo sirva para “elegir” a quien tomará las decisiones por un grupo de personas haciendo a un lado a las minorías y sus necesidades.
Mientras existan desigualdades sociales, económicas y educativas tan catastróficas que alimentan el descontento, el odio y los vicios humanos se observa complicada la comprensión de la que habla Morín (1999), pues difícilmente se puede comprender a los demás y ser empático cuando se carece de los elementos fundamentales para sobrevivir.
El ser empático requiere cierta capacitación, mirar al otro como ser humano y explorar en los sentimientos propios y en los ajenos hasta convertirse en un ente capaz de trabajar con las necesidades propias, conocerse a sí mismo, mostrar una autocomprensión y no dar juicios a la ligera sobre las acciones de otros.
La experiencia nos dice que entre más autonomía tiene un individuo su egoísmo va creciendo y se contrapone cada vez más a los intereses comunes, en este sentido, debe proponerse el divorcio entre democracia- capitalismo - ética, porque al menos en esta incipiente democracia los resultados de su aplicación no han sido siquiera aceptables en ningún rubro.
La individualización cada vez más encarnizada, exige pasar por encima de los demás para sobrevivir, aplastar o ser aplastado por un régimen económico injusto y miserable.
Otra idea difícil de concebir es poder comprender a los criminales, descartando sus crímenes y observando su naturaleza humana, pero, si la ética propone a través de los actos promover la justicia, no es posible que se comprenda a un criminal cuando no ha cometido otra cosa que injusticias.
Las relaciones humanas, proponen una total comprensión de las necesidades ajenas, valorar y no condenar, es un buen principio. Pero se debe insistir en que se requiere de un entrenamiento y no sólo de la buena voluntad, pues los hábitos con los que se ha crecido son difíciles de desterrar.
Las acciones
El estudio de la fundamentación y la aplicación de la ética debe presentarse en la actividad profesional, el funcionamiento de las organizaciones (públicas y privadas) y sobre todo en la vida cotidiana, allí en el contacto diario con las personas más cercanas en donde se puede mostrar la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace.
Es tarea primordial también reflexionar sobre los mecanismos para mejorar el nivel ético de las organizaciones, sí, en México, donde los centros de verificación vehicular, las oficinas de tránsito, reglamentos y muchas otras oficinas gubernamentales están permeadas en toda su estructura de corruptelas, desde la persona que hace la limpieza hasta el empresario poderoso.
Cambiar esta cultura requiere incrementar la responsabilidad profesional y contribuir, desde la perspectiva de la libertad, al desarrollo humano.
Otro espacio de acción, por cierto en el que los docentes podemos participar de manera activa, es el estudio de los valores morales en los procesos educativos, desde el punto de vista conceptual y el desarrollo de la planificación docente.
La escuela debe ser un espacio de reflexión profunda sobre los procesos de enseñanza aprendizaje críticos en todos los niveles.
La educación formal tiene como objetivo vincular la teoría con la vida cotidiana, con los acontecimientos diarios y las problemáticas comunes.Es en su seno, donde debe aprenderse a respetar las decisiones ajenas, los gustos y preferencias de diferente índole, a trabajar colaborativamente para lograr objetivos comunes, es el ensayo de la vida en sociedad. Tolerar al otro, pero no sólo en la parte conceptual, sino en la práctica, saber escuchar, planear y convivir sin que las acciones perjudiquen al grupo.
De no considerar de inmediato la importancia de vivir y moverse todos los días con acciones apegadas a la ética se corre el riesgo de llegar aún más lejos, el pasar de largo al ver las necesidades del prójimo nos condenará a vivir siempre bajo el mismo yugo. Con una sociedad dividida el gobierno y las empresas terminarán por manejar totalmente a su antojo a los títeres a su mando.

Edgar Morín, “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”,
Correo de la UNESCO, 1999

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